Ya sabéis que no hay que olvidar a los clásicos
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Un zagalón del campo, de estos de “Acá me zampo”, con un fraile panzón se confesaba, que anteojos gastaba porque, según decía, de cortedad de vista parecía. |
Llegó el zagal al sexto mandamiento, donde tropieza todo entendimiento, y dijo: -Padre, yo a mujer ninguna jamás puse a parir, pues mi fortuna hace que me divierta solamente, cuando es un caso urgente, con lo que me colgó Naturaleza, y lo sé manejar con gran destreza. |
-¿Con que contigo mismo -dice el fraile, enojado-, en un lance apretado te diviertes usando el onanismo? |
-No, padre –el zagal clama-; no creo que es así como se llama mi diversión, sino la... –Calla, hombre -dice el fraile-; yo sé muy bien el nombre que dan a esa vil treta, infame consonante de retreta. ¿Tú no sabes que fue vicio tan feo invención detestable de un hebreo, y que tú, por tenerla, estás maldito; del Espíritu Santo estás proscrito; estás predestinado para ser condenado; estás ardiendo ya en la fiera llama del Infierno, y...? -¡No más! –el mozo exclama, queriendo disculparse-. Esta maña no debe graduarse en mí de culpa, padre. Yo lo hacía porque veo muy poco, y me decía el barbero mi primo se aclaraba la vista el que retreta se tocaba. |
Aquí con mayor ira el fraile replica: -¡Eso es mentira! Pues si fueran verdad juicios tan varios, las pulgas viera yo en los campanarios. |